La granada se ha utilizado durante miles de años para tratar una amplia variedad de enfermedades y se encuentra en escritos griegos, hebreos, budistas, islámicos y cristianos (1). La granada contiene una variedad de componentes que pueden tener efectos antioxidantes y antiinflamatorios (2). La granada se considera un superalimento por su actividad antioxidante. Contiene elagitaninos, galotaninos, ácido elágico, flavonoides como antocianina y epicatequina y ácido fenólico. Se descubrió que la actividad antioxidante del jugo de granada es tres veces mayor que la de los vinos tintos y los tés verdes, y de dos a seis veces más fuerte que las otras bebidas naturales (2). La granada se usa para las afecciones del corazón y los vasos sanguíneos, que incluyen presión arterial alta, insuficiencia cardíaca congestiva (ICC), ataque cardíaco, “endurecimiento de las arterias” (aterosclerosis) y colesterol alto1. Se ha vuelto popular debido a sus efectos nutracéuticos y terapéuticos, como reducir la presión arterial, revertir el daño en los vasos, prevenir el cáncer de próstata y la artritis, proteger las células fagocíticas, mantener los niveles de glucosa en sangre en el rango normal, estimular la función de las células T, apoyar la formación de citocinas, y el aumento de la capacidad de las células que inhiben naturalmente los tumores (7).

Existe evidencia significativa que muestra que ciertas citocinas están involucradas en el inicio y persistencia del dolor patológico. Las citocinas (p. Ej., Interferón, interleucina y factores de crecimiento) son secretadas por ciertas células del sistema inmunitario y afectan a otras células. Ciertas citocinas inflamatorias están involucradas en la sensibilización central inducida por lesión / inflamación nerviosa y están relacionadas con el desarrollo de muchas afecciones dolorosas, como neuropatías, síndrome de dolor regional complejo, neuralgia posherpética, fibromialgia y migraña (3). La enfermedad cardíaca, el síndrome metabólico y la diabetes tipo 2 tienen una mayor concentración de citocinas circulatorias como resultado de la inflamación (2). El jugo de granada puede tener efectos beneficiosos sobre algunos marcadores inflamatorios en pacientes con diabetes tipo 2 a través de una disminución significativa de IL-6 y hs-CRP en plasma (2).

La presión arterial alta, o "hipertensión", se asocia con altos niveles de estrés oxidativo en el núcleo paraventricular del hipotálamo. Un estudio encontró que el extracto de granada puede aliviar la hipertensión al reducir el estrés oxidativo y mejorar la función mitocondrial en el núcleo paraventricular (4). El núcleo paraventricular es parte del hipotálamo (PVN) y es importante para el control autónomo del estrés, metabolismo, crecimiento, reproducción, inmunológico y otras funciones autónomas más tradicionales (gastrointestinal, renal y cardiovascular) (5). Otro estudio de pacientes hipertensos asoció el consumo de jugo de granada con reducciones en la presión arterial sistólica y diastólica, lo que sugiere que el jugo de granada puede ser un suplemento cardioprotector beneficioso para sujetos hipertensos (6).

La composición química única del fruto de la granada, rica en taninos antioxidantes y flavonoides, ha llamado la atención de muchos investigadores en la lucha contra el cáncer. Se ha demostrado que la granada posee efectos antitumorales sobre varios tipos de células cancerosas. Se encontró que el extracto de semilla de toronja reduce la viabilidad celular en el carcinoma de células no pequeñas de pulmón, adenocarcinoma de mama, células de cáncer de ovario y adenocarcinoma de próstata a valores por debajo del 23%, incluso en las dosis más bajas (8). La evidencia indica que los compuestos bioactivos de los derivados de la granada son eficaces para interferir con múltiples vías fundamentales implicadas en las diferentes etapas de la carcinogénesis (8).